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The World of Pikifiore

Un descanso

Un descanso

Por segunda vez, echo el cierre temporal a esta página. Hoy cojo las vacaciones largas, veinte días de desconexión, de viajes y porqué no, de fiesta, que nunca viene mal. Hoy empiezan las fiestas en un gran número de nuestros pueblos,y el mío no iba a ser menos. Me reencontraré con viejos amigos, y quizá viejos amores. Y tras unos días de descanso, volaré a conocer nuevos mundos…y a beber buen whisky.

Portaos bien.

Buscando las estrellas

Buscando las estrellas

Todos los años, aproximadamente por estas fechas, tiene lugar una bonita lluvia de estrellas, las Perseidas, conocidas popularmente como las lágrimas de San Lorenzo, por la coincidencia con su festividad. Durante las noches que dura este fenómeno, centenares de estrellas fugaces surcan el cielo para concedernos un deseo.

Cuando tenía todo un verano de tres meses, eran las noches que más me gustaban de las vacaciones. La oscuridad salpicada de puntos de luz adoptaba un aire mágico y romántico. Provistos de toallas, esterillas y linternas, mis amigos y yo, acudíamos año tras año a un claro del bosque más cercano de nuestro pueblo a tumbarnos en el suelo y contar estrellas. Teníamos nuestro lugar privilegiado, donde los árboles daban paso al reflejo del agua del lago, y allí en su orilla buscábamos deseosos las estrellas en el firmamento. No existía más ruido que nuestras voces contando historias y retándonos a ver quién veía más lágrimas. Fácilmente se nos echaba encima la madrugada, y el frío se nos metía en los huesos pese a las buenas temperaturas de agosto. En mis montañas, no hacía calor.

Durante esas noches, incluso Gran Sapo se relajaba, y nos sorprendía a todos con sus conocimientos sobre constelaciones. En esos momentos mis ojos brillaban más que las estrellas de puro deseo.

Con los años, el numeroso grupo fue disminuyendo, no todos pasábamos allí las vacaciones. Los compromisos familiares y laborales impedían la pequeña excursión.

He vuelto allí varias veces, de día, y hoy, leyendo el periódico me han entrado muchas ganas de volver. De ver las estrellas con Toni y pedir un deseo.

Aunque mi deseo se cumplió.

Meme estival

Haciendo un esfuerzo sobrehumano por salir del sopor en el que me encuentro a causa del calor me fuerzo a escribir. En el despacho no tenemos aire acondicionado y hasta las pobres hormiguillas se frien en el asfalto. Puesto que mi materia gris no quiere trabajar mucho para no derretirse, o pongo un meme que le he robado a Rake. Se trata de explicar 5 normas que definan mi estilo personal: ropa, calzado, complementos, peinados y maquillaje

1. Ropa: Tirando a pijilla en ocasiones, vaqueros con polo manga larga o corta, depende de la estación, camisillas de todos los colores, jerseys de pico (uf, qué calor según lo escribo…)o rollo casa-de-la-pradera en otras, sobretodo en verano: faldas hippiofloreadas, vestidos tipo embarazada, camisetillas con nido de abeja en el pecho y hombros al descuerto…Casi nunca me vereis con algo largo. Soy bajita, me comería.

2. Calzado: Cada vez tiro más hacia el zapato plano de tipo manoletina, ahora pienso en unos tacones y me entran unos sudores…Antes era fan de las plataformas pero eso quedó atrás. Para todo terreno: Converse

3. Complementos: Va por etapas. Pendientes tengo de los de bolita de casi todos los colores, siempre los llevo. Con los colgantes y las pulseras soy más inconstante, empiezo a llevarlos un montón hasta que me canso y se me olvidan. Y de los bolsos, mejor no hablo, que se me salen del armario. Ahora me ha dado por los maxibolsos.

4. Peinados: Creo que llevo el mismo corte de pelo desde hace casi 20 años, jajaja. Melenita lisa y de color rubio. Un año experimenté con el pelirrojo pero no me emocionó. Soy muy poco innovadora en ese aspecto.

5. Maquillaje: Suelo usarlo cuando salgo de fiesta, pero a veces es tan imperceptible que ni se me nota. Cada vez me da más pereza pintarme.

Le paso el testigo (voluntario) a….Angemary, Lunapepi, Ira y Susana

Buenos días, Madrid

Buenos días, Madrid

El molesto sonido del despertador ha puesto fin a mi deseada semana de descanso a la temprana hora de las seis de la mañana. Me ha resultado extraño levantarme de mi cama ¿dónde quedó la confortable habitación del pequeño apartamento desde donde se podía escuchar el sonido de las olas? Lejos, allá en la isla. Ha sido sustituido por un desagradable pitido de un claxon. Bienvenida a tu mundo, Fiore. Despierta. Te presento a la rutina. Ganas me han dado de taparme con la almohada y darme media vuelta.

La maleta a medio deshacer es lo único que me queda pendiente. Hoy he ido a trabajar, pero estoy contenta, por lo bien que lo he pasado y porque en unos días vuelvo a marcharme.

No me he puesto morena, es difícil cuando se usa una crema de protección total, pero al menos se me ha quitado el blanco puerro que adornaba mi piel. La playa, la he pisado, pero la he catado más bien poco, a partir de las seis de la tarde, que es cuando me gusta a mí. El resto del día, a conocer rincones, visitar pueblitos, serpentear carreteras, descubrir calas increíbles, perdernos mil veces…He descubierto que soy mejor conductora de lo que pensaba.

Mil historias contaría, pero la pila de documentación sobre mi mesa es tan alta que apenas tengo minutos para escribir. Buenos días, trabajo.

Huele a crema...

Huele a crema...

…y es que estoy con un pie en la playa. Esta tarde, cuando consiga cerrar la maleta, que en mi caso no es tarea fácil, parto al aeropuerto. Estaré fuera una semanita. Cuidaos mucho.

Quema el termómetro

Quema el termómetro

El calor me hace lenta de reflejos, me vuelve cansada y me disminuye mi capacidad de atención, fomenta mi dejadez y altera mi humor hasta límites exagerados. Me hace florecer mi lado más irascible. Y entonces es cuando hago lo que me enerva de mí misma. Perder los nervios.

Caen chaparrones que no mojan en la madrugada. Y luego, son mis lágrimas las que mojan. Odio discutir por tonterías. Odio dejarme llevar por impulsos banales

Lo siento.

Tempestades

Tempestades

El temporal estaba arreciando, al menos ya no se oían los desagradables portazos que rompían el silencio momentos antes. Ella se había refugiado en la soledad de su habitación y aún notaba pegajosas sus mejillas, lágrimas secas en ellas. Su corazón latía a mil por hora y apretaba fuerte su pelotilla antiestrés intentando relajarse. De vez en cuando, una lágrima perdida asomaba a sus ojos, y se enfurecía ligeramente. “No llores…” se decía. Y así se tragaba su propia rabia y tristeza, y su creciente preocupación. Las cosas no habían sido así siempre, pero ahora no recordaba apenas otra época.

Agobiada en esas cuatro paredes necesitó abrir la puerta del mundo. Su coche era su aliado, esperando paciente en el lado menos iluminado del garaje. Vestida con un ligero pantalón, encendió el motor y el recopilatorio de grandes éxitos inundó de sonido el coche. Música de siempre para acompasar su corazón. Se sintió un poco mejor mientras metía la marcha hacia cualquier lugar.

Recordó las cajas del maletero, chatarra inútil que esperaba su desaparición. Existía un lugar para deshacerse de ello. Antiguos electródomesticos, plásticos, viejos recuerdos y muebles. Allí donde mueren las cosas que nos sobran. Se encaminó allí.

Caía la tarde en la explanada, los enormes contenedores se alineaban frente a ella, dispuestos a engullir lo que les ofreciera.

Cargó como pudo con todo aquello, alguna mesa, un viejo televisor, aparatos obsoletos. Y con la rabia aún en el cuerpo, y recordando escenas de esa misma tarde, tiró uno a uno cada objeto en esas grandes bocas negras. Los levantó a duras penas y apuntó. Sonrió al oir el impacto contra el fondo.

Le supo a gloria. Ya no sentía tanta rabia.

Algo se muere en el alma...

Algo se muere en el alma...

Siempre supe que llegaría este momento, pero no que llegaría tan de repente.

Gracias por todo. Mucha suerte en tu nuevo camino.

Espero que los barcos del puerto te hagan llegar un poquito de luz  de esta ciudad, que estará siempre para tí encendida.

Mirando hacia atrás

Mirando hacia atrás

Llevo tanto tiempo veraneando en el mismo sitio que a veces no soy consciente del paso del tiempo. Rutinas que se repiten año tras año y que en lo único que se diferencian de hace un tiempo es que antes pasaba largas temporadas y ahora solamente los fines de semana y algunos periodos aislados. Por supuesto, la gente ha cambiado y los locales que me vieron crecer también, pero el ambiente en general se mantiene inmutable. Los mismos corrillos de gente en la piscina, ahora más numerosos por los hijos y sobrinos de la gente que se crió conmigo, las mismas competiciones de antaño, las fiestas, todo.

Cuando con mis dieciséis recién cumplidos empecé a salir de noche a bares, sonaban en las discos, las machaconas canciones de verano del tiburón, o el odioso venao y demás parafernalias. También había hueco para música de baile repetitiva y aquel famoso “ Estoy llorando por ti…”, que a alguna amiga mía le traía loca.

Hoy, casi en las puertas de la treintena, no tengo el aguante de entonces, cuando amanecía y yo aún no había llegado a casa. Ocasionalmente, escucho aquellos hits veraniegos en el mismo lugar que lo hacía una jovencita alocada muchos años atrás, en el mismo lugar en que conocí a Toni (es lo que tiene veranear en un pueblo de apenas cuatro locales), y es entonces cuando, como el pasado sábado, me recorre una oleada de vértigo y me doy cuenta de que han pasado más de doce años, y yo no me he enterado.

 

A tí, hoy

A tí, hoy

El único color que quiero pintarte es el verde, que viste de esperanza los días. Lo único que quiero que dibujes es una sonrisa en tu cara.

Lo único que deseo que escribas es la palabra “adelante”. Lo que te pido que escuches es el sonido de tu risa cuando la prodigas.

Lo único que me gustaría regalarte es ilusión.

 

¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!

El valor de una promesa

El valor de una promesa

Se acaba una relación.

Se acaba una relación y te mueres de adiós.

Se acaba una relación, te mueres de adiós, y entre tanto descalabro, acabas olvidando tu remolque de promesas rotas. Ese remolque que, impulsado por la pasión inicial y el romanticismo más optimista, jamás perdió la velocidad de crucero. Tú te paras, te apeas, provocas baja emocional, pero tarde o temprano ese remolque vendrá a por ti, atropellándote con toda su inercia, mala hostia y celeridad.

Y si en algún momento te falla la memoria, no te preocupes. Padres, suegros, hijos, amigos y familiares varios están ahí para darle un último impulso al remolque justo en el instante del impacto, y recordarte los planes que teníais, lo mucho que la querías, lo mucho que la quisiste, lo mucho que aún deberías estar queriéndola si de verdad fueses cumplidor y no este hatillo de decepciones en el que con los años te nos estás convirtiendo.

Las promesas.

Las promesas duelen siempre a destiempo. Serían el equivalente a criar un tigre de Bengala. Sabes que al principio es monísimo, tierno, encantador, pero que algún día, sí o sí te arrancará un brazo, una pierna, o cualquier otra extremidad. Y así andamos, cada vez más cojos, más mancos o lo que es peor, con menos extremos que arrancar.

Llega un momento en el que ya no te crees nada de lo que te dices. Es cuando te das cuenta de que con los años, a toda promesa le ha salido un matiz. Te querré hasta fin de año, tendremos un hijo para cada uno, se llamarán como tu cartero y mi estilista, viviremos en casa de tus padres, cuando se mueran los dos.

Prometer es mentirle al destino. Prometer es perder por adelantado. Hipotecar lo inexorable. Prorratear lo inexpugnable. Autojoderse en diferido.

Aunque claro, parece que prometerse cosas acaba siendo necesario para avanzar. Con uno mismo y con los demás. Porque actúa como timón de las relaciones sentimentales: marca el rumbo a seguir, pero ni de coña te esperes que sople viento sobre las velas.

Pero es que si no prometes nada, tarde o temprano te enfrentarás a la pregunta a la que se enfrentan los que cometen la desfachatez de vivir al día, de disfrutar el momento, de habitar sola y únicamente en el presente. Cariño, ¿hacia dónde va lo nuestro?

Yo cada día me siento más orgulloso de mis dudas. Las únicas que, con el tiempo, acaban siempre confirmándose. Las únicas que, con los años, jamás me van a traicionar.

Hoy, mientras la palabra nosotros se me escurre líquida entre los dedos, me voy dando de bruces con todas y cada una de mis incompetencias emocionales. No he sido capaz de hacerte feliz. No he sido capaz de estrecharte entre mis lazos. No he cumplido casi ninguna de mis promesas. No he respondido casi ninguno de tus porqués.

Y aún así, hay algo que quiero y puedo decirte.

Que pase lo que pase a partir de ahora, voy a quererte toda la vida.

Te lo prometo.

 

Leí el otro día este texto y he decidido escribirlo aquí. Me gustó mucho. Su autor, seguro que todos lo conocéis…No es otro que Risto Mejide.

 

Dos colores

Dos colores

No me gusta el fútbol, no me dice nada verles correr intentando meter el balón en la portería, pero…he de reconocer que me he enganchado este último mes a la Eurocopa. ¿Cómo hubiera podido no hacerlo? Me he acostumbrado a las citas en el amplio bar con pantalla grande, siempre el mismo, donde ya las caras incluso son siempre las mismas, y nos encontramos partido a partido.

Hace una semana con los penaltis vibré, y ayer grité como la que más y me alegré como una aficionada de toda la vida. Pero no todo fueron vítores, puesto que no pude volver a mi casa. Simplemente no me atreví.

Era increíble la cantidad de gente que salió a la calle, las avenidas y fuentes de la capital rebosaban y una marea humana impedía el tráfico de todo tipo de vehículos. Profana de estos acontecimientos, no paraba de repetirle a Toni lo exagerado que me parecía. La gente andaba por mitad de los pasos de cebra sin importarles si el semáforo se lo permitía, los coches se quedaban paralizados sin saber qué hacer, puesto que avanzar suponía arrollar. Gente subiendo a los capós en marcha, enganchándose en los parachoques, ondeando banderas que tapaban la visión. Ví aficionados empujando autobuses y rompiendo cristales, ví caer retrovisores e incluso un semáforo arrancado de cuajo. Y todo esto, en los quince minutos que mi asombro me permitió, parapetada como estaba en una esquina alejada del tumulto.

No lo entiendo, yo me alegré de la victoria, pero ¿de verdad es necesario celebrarlo mediante actos vandálicos?

Se nota que para mí es la primera vez que un acontecimiento deportivo de estas características me pilla en la gran ciudad…

 

Cálidas noches

Cálidas noches

Comienza la época que más me gusta, en la que los días son largos y las noches tranquilas, y se puede salir sin chaqueta y tomar algo en las terracitas mientras comento a mi niño los acontecimientos diarios. Empiezo el turno intensivo y parece que los días se aprovechan más.

El fin de semana que se ha ido, ha sido el preludio de la época estival. Un fin de semana especial para mí por muchos motivos, pero sobretodo porque reuní a algunas de mis personas queridas en el fresquito de mi terraza, brindando y contemplando las luces que se reflejaban en la tranquila piscina nocturna, donde apenas unas horas antes habíamos estado tumbados inaugurando la temporada. Estar en esa terraza me hace sentir tranquila, ver a lo lejos las montañas me devuelve a la vida. Escuchaba las risas y los juegos de mis amigos mientras, sentada mirando esas montañas, hablaba por teléfono con alguien que me faltaba, a muchos kilómetros de distancia, pero muy cerca para todos nosotros.

Me encanta recibir a gente en aquella casa, todos los años comienza el verano así, atendiendo a una especie de ritual, cenamos en el mismo sitio y nos reencontramos con caras que no hemos frecuentado durante el invierno.

Este año, Toni me acompañaba por primera vez. Y así lo hizo el domingo también con mis padres. Fue una comida importante para mí y lo pasamos estupendamente. Ahora puedo decir que se está consolidando cada día más.

Quema el sol

Quema el sol

Cuesta arriba se hace ir al trabajo este lunes, que tiene indicios de ser el primero, por fin, de la temporada calurosa. El metro rebosaba esta mañana y las carreteras colapsadas practicaban un ejercicio habitual desde hace años. Pensaba en todo ello ayer, tras volver de una escapada de fin de semana lejos del pitido de los coches.

El viernes, después de un atasco de salida de la capital, y cuatro horas de viaje, empecé por fín a oler a mar, y a notar la brisa cálida en mi rostro, tan poco acostumbrada a ella. Me siento bien cuando llego a un lugar de costa, habituada como estoy al asfalto. Y la tierra de la niña Alba, era un buen escenario para desconectar.

Hemos hecho un montón de cosas, pero sobretodo, comer, jajaja. Queso empanado y mojete, palabra que he descubierto este fin de semana. Beber ron con miel, para terminar quedándonos con la botella, hacer un book completo, con material fotográfico para cuatro años, bailar en medio de la calle a las 12 del mediodía, espectadores incluidos, tumbarnos al sol en una cala muy linda, (bueno, eso los demás, yo me dediqué a buscar infructuosamente un lugar en sombra), intentar ver el partido de la selección y quedarme dormida, y sobretodo…ver el puerto de noche, con las luces del faro y los reflejos de los barcos en el agua. Siempre me encanta contemplarlo así, y como lo hago en contadas ocasiones, me produce una sensación especial.

Ahora el mar está lejos, fuera está teniendo lugar un concierto de claxons y la temperatura ambiental es sofocante, menos mal que siempre quedan esas escapadas.

Además, tengo que bailar otra coreografía…

Maestro Neruda

Maestro Neruda

Hoy, pongo mi página y mis letras al servicio del poeta, para levantaros el ánimo y que sintáis que podeis con todo, y que cada año es un regalo de 365 días, lleno de horas de sol y de oscuridad, de lluvia y de luz, pero sobre todo, lleno de momentos...

"Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber qué hacer,
tener miedo a tus recuerdos.

Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.

Queda prohibido no demostrar tu amor,
hacer que alguien pague tus dudas y mal humor.

Queda prohibido dejar a tus amigos,
no intentar comprender lo que vivieron juntos,
llamarles sólo cuando los necesitas.

Queda prohibido no ser tú ante la gente,
fingir ante las personas que no te importan,
hacerte el gracioso con tal de que te recuerden,
olvidar a toda la gente que te quiere.

Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo,
no creer en Dios y hacer tu destino,
tener miedo a la vida y a sus compromisos,
no vivir cada día como si fuera un último suspiro.

Queda prohibido echar a alguien de menos sin alegrarte,
olvidar sus ojos, su risa, todo
porque sus caminos han dejado de abrazarse,
olvidar su pasado y pagarlo con su presente.

Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen más que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.

Queda prohibido no crear tu historia,
dejar de dar las gracias a Dios por tu vida,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da,
también te lo quita.

Queda prohibido no buscar tu felicidad,
no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
no sentir que sin ti este mundo no sería igual"

 

Moonlight

Moonlight

La primera tarde agradable en muchos meses, la luz entraba por mi ventana mientras preparaba la maleta, todo esparcido en la cama y yo demasiado despierta para perder mis horas entre las cuatro paredes. Ayer el tiempo me invitaba a dar un paseo.

Sin proponer el camino, crucé calles y rotondas, y al girar la última esquina, el parque apareció frente a mí. Caía ya la tarde y el horizonte entre dos luces.

Durante escasos dos segundos, hice un amago de volver sobre mis pasos, como si una barrera invisible me prohibiera el paso. No había puesto un pie allí desde la noche luminosa. ¿Para qué ensuciar la memoria de los castaños que rodean su perímetro?

Pero de esa noche ya hace mucho. Fue antes de que vinieran las lágrimas, antes de que vinieran las lluvias…, y las lluvias ya terminaron. Dieron paso al sol, y a la luna.

Por eso entré ayer en el parque, porque necesitaba saber si aún se veía la luna.

Allí estaba donde la dejé, y también me sonreía.

 

Me encanta mirarla. Me encanta mirarte.

Respirando

Respirando

Hoy ha salido el sol un poquito, yo veo el cielo muy azul porque las nubes se han ido hacia el oeste. Quiero poner fin a esta semana de pesadilla y nada mejor que empezar el día abrazando a mi chico. Los miedos se van metiendo poquito a poquito en cajones, como la ropa de invierno. Como el frío, que aunque lento, empieza a marcharse.

Ayer, al igual que hoy, amanecí con otro ánimo. Mi cabeza, más descansada, más tranquila mi conciencia.

El motivo de mis ansiedades era una cita médica que llevaba mucho tiempo retrasando, y a la que había dado una importancia desmesurada, aunque a mí no me lo parecía. Por suerte, parece que las cosas andan en órden, aunque tengo que seguir cuidándome bastante.

Comienza un nuevo mes, una nueva semana, y muchos planes.

Su voz

Su voz

Ayer fue un momento de revisión del pasado, pero sé valorar mi presente. Mi Toni, que es mi piedra angular. Su voz es mi bálsamo, y sus manos son capaces de quitarme el temblor. No estoy bien, no estoy pasando alegres despertares, pero Toni está a mi lado, mirándome cuando hablo a raudales de mis ansiedades, y queriéndome.

Ayer pasé una de las peores noches que recuerdo, y aún noto cómo se me erizaba la piel cuando observaba la habitación, con una oscuridad cada vez más densa. Sintiéndome pequeñita y sola. No recordaba la sensación de tener que salir corriendo a buscar a mi hermano, para que me diera vida. Finalmente me volví a mi habitación, llamé a Toni, y tras escuchar las frases bonitas que sólo él sabe dedicarme, me abracé a un peluche y traté de soñar. Me dormí casi al alba.

Hoy estoy extraña, temo a la noche, pero sé que su voz está al otro lado del teléfono, y que vela por mí. Y todo me parece menos malo.

Floto en la memoria de mis días grises

Floto en la memoria de mis días grises

Cuando comencé a salir con Toni meses atrás, tenía miedo, mucho miedo de que fuera como la primera vez, de que salieran a relucir aspectos que tiraron ya la relación por el retrete. Y estaba a la vez que emocionada, triste, porque fueron muchas cosas las que dejé atrás, y ello me supuso alejarme de la persona que había permanecido a mi lado entonces. Mientras más me acercaba a Toni, más le perdía, pero así son las cosas.

El otro día alguien me llamó como solía hacerlo él, y no me gustó, aquello era suyo y lo guardé en mi baúl de recuerdos. Aquello era nuestro.

Afortunadamente, las cosas van muy bien con Toni, pero no hay día que no me acuerde de él, pequeños detalles que indican que le llevo en el corazón. Fue mi compañero, mi apoyo, reímos muchas veces, lloramos otras tantas, conocía mis temores…Esos temores que hacen que de pronto un día soleado se vuelva gris, que mis manos tiemblen y que yo no haga otra cosa que llorar y meterme asustada en la cama. Los que hoy, vuelven.

Era mi amigo. Y le echo de menos. En días como hoy, me gustaría un abrazo suyo. De los de "todo está bien".

Refugio

Miro de nuevo el reloj, las manecillas siguen en el mismo sitio, parece que fue hace una eternidad cuando consulté la hora, y la evidencia me demuestra que tan sólo ha sido hace unos instantes.

Los minutos caen despacio en el despacho, el pasillo solitario, el Retiro le ha robado toda la vida al viejo caserón en el que me hundo entre papeles.

Mi mente lleva tres semanas actuando lentamente, con la misma parsimonia con que los segundos pasan, y el tiempo se hace eterno. Y eternas las tardes.

Resignada, intento adaptarme a la nueva monotonía, en este entorno laboral cada día más sombrío, cuya única nota de color la ponen las estatuas que, no lejos de mí, practican posturas eternas. A veces, contemplarlas supone salir del estado de máquina que se apodera de mí cuando llevo horas tecleando.

Me he acostumbrado a ver sus sombras dibujadas en la pared y a menudo me imagino que cobran vida.

Si no fuera porque mi labor se desempeña de día, me daría miedo trabajar bajo estos techos. Se trata de un imponente edificio, con muchos años, cuyos sótanos aún conservan viejos secretos.

Allí voy a parar siempre que tengo un disgusto, parece que el silencio que reina allí abajo apacigua mi espíritu. A partir de ahora, los disgustos causados por el trabajo se quedarán allí. He encontrado una especie de oasis. Me gusta.