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The World of Pikifiore

Doce uvas en el plato

Doce uvas en el plato

Descuelgo el calendario de la pared y lo tiro, retiro el de mi mesa y lo guardo en el cajón, estreno agenda, la anterior pasa a ocupar el fondo de una caja. Ya no queda nada de 2009.

No soy muy de hacer balances, sólo me sirven para destapar hechos que tapé en su momento, pero creo que ha sido un año importante para mí.

He volado, aunque me cueste madurar, pues me sigo sintiendo vulnerable y miedosa con la vida. Sin embargo,poco a poco mis alas se irán haciendo fuertes.

Espero que tengamos un año maravilloso.

 

Por primera vez en muchos años, no pensé en ti mientras sonaban las campanadas.

Noche de lluvias, noche de amores mojados

Noche de lluvias, noche de amores mojados

Llueve

Y las aceras están mojadas

Todas las huellas están borradas

La lluvia guarda nuestro secreto

 

Llueve

Y en mi ventana te echo de menos

Los días pasan y son ajenos

El frío me abraza y me parte en dos

(María Villalón, La lluvia)

 

No puedo evitar la tristeza que me ocasiona la lluvia, siempre que las gotas mojan el cristal, cierro los ojos y me acuerdo de los días en que no me importaba saltar sobre los charcos y reía como una loca, calada hasta los huesos. A veces, necesito recordar esos momentos. Sólo a veces.

Hay detalles que los años no borran.

 

Mañana es Nochebuena, la primera que pasaré fuera de casa, quizá mi noche sea más larga de lo acostumbrado,y yo últimamente estoy tan gris como el cielo. Aún así brindaremos con champán.

 

FELIZ NAVIDAD A TODOS

Brilla de noche

Brilla de noche

El silencio de mi edificio y la sombría iluminación de mi despacho, contrastan con el bullicio que hay más allá de mis ventanas. Hace un rato hice una pausa en el informe que tengo que entregar y aspiré con ganas un último cigarro. Me gustan estos días de semitranquilidad, cuando todo el espacio es para mí sola, y sabiendo que en la calle no se acaba la animación.

Dentro de un rato se encenderán las luces que iluminan las calles en estos días, y los reflejos entrarán en mi despacho. Eso me hace sentirme un poco más animada.

Hacía mucho tiempo que no pasaba una tarde en el centro. Ayer anduve durante dos horas perdidas en ese trasiego. En muchos puntos ni pude avanzar, un festivo comercial es un combinado explosivo en esta ciudad. Hace años lo rehuía, me escapaba del mundo cuando quería llorar. Ahora me pasa todo lo contrario, necesito estar rodeada de gente cuando mis ojos se empeñan en estar húmedos. Lo cierto es que ese paseo me tranquilizó, y me hizo recordar navidades lejanas, paseos de domingo por calles abarrotadas y los nervios de llevar en la mano una carta escrita con letra temblorosa a hombres de barba blanca. Qué inocente era todo entonces…

El amor está en los rincones
Díselo aunque llores.
Que me siguen faltando canciones.

(Me faltan canciones, Gastelo)

 

A lo lejos

A lo lejos

“Para vos no es novedad

que el mundo os ama de veras,

pero no olvidéis nunca

que yo siempre os amaré

un poquito más que el mundo”

Mario Benedetti

 

 

Últimamente mi vida está cambiando a un ritmo vertiginoso. Hace unos años, mi casa era la última de la población, se veían las montañas desde la ventana y los domingos por la tarde, cuando hacía bueno, solíamos ir a pasear con mi padre por el prado que daba a la parte de atrás.

Hoy, mi casa ha pasado a ser parte del centro urbano, por donde pasan todas las líneas de autobús y de tránsito obligado para salir del municipio. Los bloques de hormigón se apelotonan unos frente a otros, y no hay campo por el que pasear.

Aunque ya hace unos años que no se veo las montañas desde mi casa, si me asomaba mucho y en días claros los picos estaban allí lejos para darme los buenos días.

Mientras me sentaba en el autobús pensaba que a partir de ahora iba a echar mucho de menos verlas desde mis nuevas ventanas, desde mi nuevo rincón.

 

 

 

Mi Peter Pan

Mi Peter Pan

Deseaba haber aparecido por aquí antes, decir que no había olvidado que tenía un pequeño rincón azul, escribir al menos una o dos veces por semana, desgranar mis pensamientos tecleando en mi habitación, o en mi despacho, pero la desidia hacía su aparición en cuanto empezaba a hacerlo. Había épocas, cuanto más triste estaba mi corazón, en que las palabras me salían solas. Hoy, es como si mis dedos se encontraran agarrotados.

Pero aunque tarde, siempre vuelvo.

 

Últimamente he pensado mucho en el paso del tiempo, en la carrera hacia la temida palabra “madurez”, que no encaja en mi diccionario vital. Echo la vista atrás y aún me veo como la estudiante ingenua que suspiraba por un amor que no llegaba, la que deseaba que pasara toda la semana corriendo para que llegara el fin de semana, la que lloraba desconsolada viendo películas románticas. Hace poco, un suceso en el autobús que me lleva al trabajo cada mañana, hizo que casualmente conociera a un chico muy peculiar. Desde entonces, hablamos cada mañana, a pesar de todo lo que no tenemos en común. Él es un chavalín muy joven, acaba de cumplir diecinueve años. A menudo me habla de sus estudios, los trabajos que tiene que hacer, lo bien que se lo pasa con sus amigos y los ambientes en los que se mueve, lo mucho que le gusta la universidad y lo divertido que es el campus. Y me entra muchísima pena, porque a mí me asusta crecer. Y crezco.

Cerrando cajas de años pasados

Cerrando cajas de años pasados

A veces no me doy cuenta de lo deprisa que pasa el tiempo, y cuando echo un vistazo al calendario de los días pasados, o revuelvo las agendas llenas de anotaciones de meses atrás, me sacude un calambrazo, como hoy.

Las reformas en el edificio en que trabajo, nos obligan a hacer una mudanza forzosa de una planta a otra, ahora veré los edificios de la calle desde arriba, y estaré más cerca del cielo y las ramas de los árboles. Los trastos más voluminosos, ordenadores, fotocopiadoras, mesas, sillas y demás muebles de oficina ya descansan en un amplio despacho tres plantas más arriba, pero aún queda por vaciar los cajones. Y en ello estoy.

Parece mentira la cantidad de cosas que van almacenándose sin que seamos conscientes. Y claro, me he percatado de que ya llevo aquí aproximadamente cuatro años, y eso es mucho tiempo. Una se adapta al lugar en el que pasa sus días, y aunque sólo se trata de un pequeño despacho sin apenas iluminación, le tengo cariño, porque aquí fue donde me reencontré con Toni en un tiempo en el que yo ya no creía en nada.

Mi pequeño despacho me recuerda a aquellas tardes en que hacía turnos intensivos y él se acercaba desde el suyo para ofrecerme un café malo de la máquina, o cuando nos hacíamos los encontradizos por el pasillo camino a la fuente del agua, o cuando pasaba a recogerme para irnos hacia el metro.

Cuando aún no éramos nada, pero ya lo habíamos sido todo.

Nunca dejaré de estar sorprendida por el azar, que hizo que dos personas que en su día se separaron, volvieran a encontrarse en uno de los cientos, cientos, y cientos de edificios que invaden esta enorme ciudad. Y tuvieran que trabajar bajo el mismo techo.

Regálame septiembres

Regálame septiembres

 

Sentada en un incómodo banco del andén, dejó pasar un metro tras otro, los suficientes para que ya no se le notaran los ojos humedecidos y se le acabaran los suspiros…No podía encaminarse así hacia el otoño.

Septiembre. He vuelto. Los repartidores de prensa gratuita me taponan el paso y con una práctica perdida,agarro como puedo los periódicos mientras intento no dejar caer el bolso y el libro. La primera señal de que todo vuelve a su cotidianidad, conmigo, todos vuelven a la ciudad.

Ha sido un verano de viajes, de excursiones estudiadas y otras no tanto, de perderse en caminos forestales y pasear descalzos por la playa al ponerse el sol. Días de llorar temiendo perder el ancla de mi barco, de reir por mis innumerables patosadas, de capturar paisajes, de cruzar miradas y consolidar lazos. A veces ha habido días de pisar sobre tablones sueltos, de marear el suelo que pisaba, de dudas. Otros,  días de certezas, de fotos a contraluz y aviones a Centroeuropa.

Un regreso a casa que me descoloca, un verano que me dice adiós, y un otoño que me regalará melancolía…

“Fin del verano que nunca quisimos
pero que siempre estará justo donde queremos.

Fin de los días de risas y vinos
nos permitieron soñar aunque fuera despiertos.

Y es que las mejores fotos las guardo en mi retina
donde contemplo tus ojos y alabo tu sonrisa”

                                                   Regálame septiembres. Capítulo 7

Mirando al mar soñé...

Mirando al mar soñé...

Siento mi absentismo de los últimos tiempos, debe ser que la llegada del calor hace que mi inspiración se tome un descanso. Buenos meses para la inactividad.

Mi vida sigue un camino color azul,y de momento el terreno está despejado sin piedras a la vista.

Me tomo unos días de descanso para ver el mar, que se echa tanto de menos por estas tierras.

Volveré con nuevos escritos.

Nunca dejemos de soñar

Nunca dejemos de soñar

Había noches en que sus pies y su alma se rendían de cansancio y tristeza, pero el sueño le reparaba la esperanza, y al día siguiente volvía a perfumarse y a empezar de nuevo. Aunque su razón a veces la llevaba a dudar, un presentimiento le insistía en que él seguía vivo. De todas formas, pensaba que ya no tenía nada que perder. Aquel tiempo de búsqueda no era un tiempo perdido, era la medicina que la hacía mantenerse con vida.

A pesar de querer a su hija con delirio, nunca quiso comentarle lo que estaba haciendo. Le daba vergüenza que se enterara de que su vieja madre, de ochenta años, aún soñaba con amar. No sabía en qué momento llegaba el día en que al anciano se le prohibía veladamente sentir amor carnal. Los abuelos terminaban siendo dadores de experiencias, los cuidadores de nietos, los escuchadores de hijos, los remendadores de calcetines e intercesores de salidas. “Los viejos se hacen invisibles al amor, son repudiados al placer de soñar”, había pensado una tarde en el parque. A ella le había pasado viendo a sus abuelos; parecía que la edad les hubiera robado el alma. Los viejos sólo tenían fotos y leyendas pasadas de tiempo y moda; era imposible imaginar que unos labios cuarteados y desteñidos hubieran besado nunca con pasión de fruta madura.

Cada mañana mientras se observaba y descubría en su geografía de arrugas un nuevo río, Soledad sentía que su alma no tenía tiempo. Ahora podía entender lo que de joven no entendía: que sólo se envejece en los espejos, que el espíritu es libre de volar alto por encima de la vida; que el verdadero amor no tiene edad ni muerte.

Después de dos meses de búsqueda infructuosa y noches desoladas, cuando le quedaban por visitar los últimos Dolguts del listín, ella tuvo un sueño. Soño que lo encontraba. Ella volvía a tener catorce años y corría por la playa pisando carcajadas de mar, bañándose de besos. Que él venía a abrazarla en volandas llevando alas en los pies que los elevaban del mundo y de las piedras. En su vuelo de amor, observaba a su hija que se quedaba en tierra, pero de repente el rostro de ella ya no era el suyo, era el de su madre, que gritaba que volviera, que le ordenaba a voces bajarse de las nubes. Ella no le hacía caso, volaba alto atravesando el cielo.

 

Ese día supo con la certeza de un sueño, que lo encontraría.

El penúltimo sueño, Angela Becerra

Copas rotas

Copas rotas

Llegaba tarde al trabajo, había apurado el tiempo entre las sábanas intentando absorber el fresquito que entraba por la ventana, que había estado ausente toda la noche.

Bajaba la cuesta corriendo y cuando subí al autobús, alguien lo hizo detrás de mí. Entonces la ví.

Pero después de cuatro años no me salía una sonrisa, no me salía una palabra, sólo me salía gritarla que no se sentara a mi lado, que no exhibiera esa sonrisa y que no me preguntara por mi vida de la cual salió voluntariamente. Pero no lo hice.

El destino ha hecho que tengamos que coincidir forzosamente durante el verano, y a mí aún me duele. No soy rencorosa. Pero no me apetece perdonar. Ya lo he hecho tantas veces, que en algún punto hay que plantarse.

 

No me tomes por tonta

Ella es una chica pop...

Hace ya mucho tiempo, un amigo me pasó una canción y me dijo: “Escúchala, seguro que te va a gustar”.

En aquellos tiempos yo pasaba por algo parecido a una crisis emocional y no sabía muy bien  dónde me reconduciría aquello. Puse el tema un buen día mientras ordenaba mi ropa y tres minutos más tarde tenía la cara tan llena de lagrimones que algo hizo “clic” dentro de mí. Me dí cuenta de que me estaba muriendo de ganas de decirle a ese chico perdido que le iba a echar de menos, tal como le sucedía a la dulce voz que sonaba en mi reproductor.

Aquello me hizo pensar en las ganas que tenía de volver a verle, de hablarle y coger su mano…así que marqué un número…

Hoy vivo mi "fabulosa historia" con Toni, y sé que, en parte, se lo debo a esa letra y a esa “chica pop”, que a lo largo del tiempo que la he seguido me ha transmitido siempre emociones tan positivas, y a la cual he podido escuchar en directo varias veces, cogida de la mano de mi chico. El mismo al que un día lloré.

 

Te deseo toda la suerte del mundo Zahara.

Agobiada

Agobiada

Tras unos cuantos acontecimientos típicos de estos días, es decir, bodas, bautizos y comuniones, he acabado bastante harta de que la única pregunta de todo el mundo hacia mi persona fuera la de que cuando me voy a ir a vivir con Toni.

Ayer se lo comentaba a una amiga, el problema es que no veo el momento. Empecé a posponer la decisión hasta cumplir los treinta, pero el plazo se está acabando. Y yo sin embargo aún no tengo mentalidad de evolución. Siempre he sido muy echada para atrás en la mayoría de las decisiones. Y el tiempo corre.

Paseos de realidad

Paseos de realidad

Últimamente he dejado pasar bastante tiempo entre un escrito y otro, la razón no es ni bucólica, ni romántica ni original, sino demasiado cotidiana: pereza.

El ordenador que me permite tener conexión ha decidido abandonarme, la tarea de buscar otro está complicada y arañarle minutos a la jornada laboral me echa bastante para atrás, la desidia de nuevo.

 

En estos días poco ha cambiado mi vida, aunque he descubierto que la fidelidad de algunas amigas vale poco en algunos casos y que largos años de interés mutuos han sido sustituidos por años de intereses propios

También me he dado cuenta de que los gritos no pueden con las palabras y que el mar donde mejor se nada es aquel en el que no hay olas.

Estoy aprendiendo a mirarme en el espejo de mi interior sin dar un respingo por si aparece un espiritu reflejado,  los espectros hace días que comenzaron la mudanza.

Mi corazón está tranquilo. Mi rutina, también.

 

 

 

Deseo que ya no puede ser

Deseo que ya no puede ser

Con la mirada titubeante fija en la manga de su jersey, ella esperaba impaciente que el camarero terminara de servirle la copa. Era consciente de que esta copa sobraba, pues ya se notaba algo mareada, pero necesitaba tener algo entre las manos y el acto reflejo de dar pequeños sorbitos le hacía sentirse un poquito más segura. Después de pagar se apoyó, de espaldas a la barra y removió un poco los hielos mientras alzaba la vista y le buscaba entre la gente.

No eran buenos tiempos para ninguno, ambos lo sabían.

Ella se consolaba con el calor de su mirada, y él apuraba las horas intensamente para no darse cuenta de que el tiempo se iba con ellas…

Torpemente, pasó entre la gente que abarrotaba el local, su cabeza no estaba mucho más despejada, y súbitamente se sintió muy mal y tuvo miedo de que una lágrima traicionera hiciera acto de presencia tirándole por tierra su trabajada fachada de alegría.

Cuando le encontró, únicamente fue capaz de darle un abrazo, nada más. Se sentía grande entre sus brazos, y a la vez demasiado pequeña.

Un solo beso lo hubiera cambiado todo.

Un solo beso lo hubiera destruido.

“Aunque tus lágrimas te sequé, eres ya parte de mi ayer...” (Deseo que ya no puede ser.Nek)

Parte de mí

Parte de mí

1- ¿Qué apodo tienes? Si,si…y os lo voy a decir…jajaja.Tengo uno con el que la mayoría de la gente me identifica. Hace años que olvidé mirar si escucho mi nombre verdadero. En el mundo blog, soy Fiore o Piki


2- ¿Cómo te arreglas el pelo? Liso, me tiro un montón de tiempo con el secador intentando dominar las puntas rebeldes. Odio el encrespado


3- ¿Qué hay de nuevo en tu vida? Un viaje inesperado

 

4- ¿Cuántos colores luces hoy? Uno sólo, verde. Parezco el casco de una botella


5- ¿Introvertido o extrovertido? Extrovertido, excepto en situaciones de presión

 

6- El último libro que has leído: Luna Nueva. Estoy un poco saturada de vampiros


7- ¿Duermes mucho? La verdad es que soy marmotilla, sí

 

8- Si la persona que te gusta está cogida, ¿qué haces? Intentaría desengancharme

 

9- ¿Hay algo que te haya hecho infeliz estos días? Sí, la verdad. No entiendo cómo puede haber gente tan insensible y cerrada al diálogo, pero sólo pensar en el tema me enferma

 

10- Tu postre favorito: Fresas con naranja o helado de café


11- ¿Cuánto tardas en prepararte por las mañanas? Nada, quince minutos escasos. Siempre me levanto con la hora pegada y ni me da tiempo a desayunar

 

12- ¿Qué websites visitas diariamente? Blogs, el correo, mi red social y las de algún periódico


13- ¿Qué asignaturas estás estudiando ahora mismo? Programación en html, una maravilla (ironía)

 

14- ¿Te gusta conducir y limpiar? No demasiado, prefiero limpiara conducir, me relaja


15- ¿Cuál es la última canción que se te ha quedado en la cabeza? Human, de Los Killers

 

16- ¿Cuál es la última película que has visto? La boda de mi novia. No me gustó demasiado, más tópicos de lo mismo.

 

17- ¿Cuál es tu momento favorito del día? El atardecer, cuando llego a casa y puedo quitarme los zapatos y ponerme cómoda

 

18- ¿Qué es lo que detestas de tus tareas diarias? Madrugar, y vérmelas con algunos gañanes del trabajo, jajaja

 

19- ¿Cuál es tu helado favorito? El de café o el de chocolate.


20- ¿Qué es lo que esperas con más ansia los próximos 30 días? La llegada de la primavera, el buen tiempo y las terracitas. Ahh! y una boda.

 

 

Tan sólo letras

Tan sólo letras

Recuerdo que solía escribir a menudo, por las tardes, avanzaba unas cuantas páginas de la historia que nunca terminé, aquella que pensaba enviar a una revista, o dejar leer a una poquita gente sin confesarles que eran mis letras. Siempre me dio mucha vergüenza, innecesaria, porque nunca llegó el caso.

La historia, arrugada ya, descansa en el tercer cajón de mi mesa de estudio,  compartiendo polvo junto a diarios interrumpidos, escritos a trompicones, con más pedazos de tristezas que de alegrías, que nunca han sido amigas de la tinta.

En ocasiones, un hecho cotidiano o una anécdota, me llevaban a garabatear páginas en blanco, hoy folios amarillentos. Diseminados entre los recodos de mi habitación.

Ayer los reuní todos en una caja de esas de apariencia antigua que decoran espacios. A mano. Para leerlos de vez en cuando.

Quizá el siguiente paso sea recuperar esa historia que un día dejé.

No me he ido, aunque lo parezca. Sólo que mis palabras se alejaron por un tiempo de mi compañía.

No quiero esperar a estar triste para regresar. Por eso vuelvo hoy.

Fuiste mi oscuridad...eres mi luz

Fuiste mi oscuridad...eres mi luz

“Mi vida era como una noche sin luna antes de encontrarte, muy oscura, pero al menos había estrellas, puntos de luz, motivaciones…

Y entonces tú cruzaste mi cielo como un meteoro.

De pronto, se encendió todo, todo estuvo lleno de brillantez y belleza.

Cuando tú te fuiste, cuando el meteoro desapareció por el horizonte, todo se volvió negro.

No había cambiado nada, pero mis ojos habían quedado cegados por la luz. Ya no podía ver las estrellas. Y nada tenía sentido…”

 

Luna Nueva, Stephanie Meyers

 

Así me sentí yo durante meses. Cuando todo se hacía cuesta arriba, porque tú no me empujabas para que continuara. Cuando mi teléfono se borró de tu agenda, aunque asegures que no de tu cabeza. Cuando crucé ese puente dejándote en el otro lado.

Por eso no me gusta ver las fotos que se hicieron antes de ese día nublado. En esas imágenes en las que tú estás pero yo siento que eras otra persona.

“Yo soy el mismo”, me dices. “No, tú has cambiado, para ser lo que eres ahora”.

No me gusta hablar de esa primera etapa. Para mí ahora es nuestra primera historia común.

 

Nubes de algodón

Nubes de algodón

Escribo poco estos días, las ideas vuelan de mi mente con la misma fragilidad con que una hoja sucumbe al viento. El frío me entumece los pensamientos y las horas se escapan lentamente sin hacer nada, en ocasiones contemplando una pared llena de fotos o consumiendo vorazmente las páginas de mi libro.

Mi rutina vuelve a estar desordenada, pierdo los pasos al salir del trabajo y me envuelvo en escaparates que tiran de mí. Aprendo a hacer maravillas con mi exigua nómina, tomo cafés, escribo grandes cartas en otro idioma, sueño que vivo en un videoclip, fabrico muñecos con las cuentas de lo que fue un collar, me pierdo contando las vacas diseminadas por la ciudad…pero no estudio ya.

Mi constancia se evapora de igual modo que la nieve de los días pasados, como la forma de las nubes que hace un rato contemplaba por la ventana.

Un invierno más me temo que vuelvo a dejar colgado lo que empecé.

Qué blanda soy.

Recordando la noche en que no hubo luna

Recordando la noche en que no hubo luna

Tuve que cerrar el libro y dejar de leer antes de que la lágrima traicionera mojara mi bolso, maldita sea.

Ni el calor del vagón ni el ruido de megafonía pudieron evitar que se me hiciera un nudo en el estómago mientras me identificaba con esa chica. Esa chica de mi novela que no encuentra explicación a que de un día para otro, la persona que quiere esté tan distante. Como si los luminosos días hubieran dado paso abruptamente a una eterna noche.

Y me enfadé conmigo misma.

Me enfadé porque han pasado ya varios años, y todavía se me encoge el alma y me duele la tripa pensando en aquella noche en que no dormí, presa de la fiebre, de la impotencia y de la ignorancia.

Y pude sentir la misma sensación de vacío ayer tarde, como si sólo hubieran pasado unas horas.

Aunque ya ni siquiera recuerde su mirada, sólo el fuego que me quemó el corazón esa madrugada.

 

“Que hoy te veo y aunque lo intente no se me olvida
que eras tú el que no creía en las despedidas
que sigo siendo la misma loca que entre tus sábanas se perdía
y a fin de cuentas no soy distinta de aquella idiota que te quería…”

Meme sobre el blog

Recogiendo el testigo que me ha pasado Susana,contesto este meme

1.¿Qué te motivó a escribir un blog?

Hace unos años yo ya era lectora asidua de algunos blogs. En un mail, la autora de uno de ellos me animaba para crear uno propio.Este correo, y la ruptura con mi novio de entonces,que me provocó una gran tristeza, hicieron el resto.

2.¿Consideras que escribes bien?

No creo ser un prodigio de las letras, hay posts de los que no estoy nada orgullosa,y otros, a los que considero más auténticos, porque nacen de dentro.

3.¿Cuál sería un adjetivo (o varios) para describirlo?

Soñador, sentimental

4.Has pensado a veces que se ha vuelto una obligacion. ¿Cuándo?

Una obligación no, pero en algunas ocasiones en que llevo mucho sin escribir, me fuerzo a actualizar,y a veces forzando, no me gusta el resultado.

5.Seguro que hay blogs que no te gustan, cuáles, te atreves a mencionar uno en concreto y decir por qué?

A los que no me gustan no vuelvo, así que rápidamente olvido sus nombres.

6.¿Comentas a veces por obligación?

No, si comento es porque me apetece añadir o aportar mi opinión a lo que ya he leido.A veces visito blogs de mis habituales y no comento,o bien porque no se me ocurre nada, o bien por falta de tiempo.

7.¿Cuál es tu post preferido de este año?

Llevamos muy poquito de año, ahora no recuerdo alguno en especial. De años anteriores, recuerdo uno que le dediqué a mi abuela.


8.¿Cuál es tu blogger preferido? (no valen preferencias afectivas):

Uff, vaya compromiso. Cada uno de mis contactos me aporta algo, pero quizá por antigüedad nombraría a Rayan, que hace unos textos increíbles, a Alba-Ezne, que no tiene nada que envidiarle, a Susana, porque me deja pensando cada una de sus entradas, a Cora por la acidez e ironía…Luna, porque me identifico con sus escritos…Podría seguir, ya que sacaría algo bueno de cada uno.

 9.¿Temes que un día tu blog deje de atraer a la gente y dejen de comentarte?

Me daría pena, pero miedo no siento.Nada es eterno

10.¿Qué crees no serías capaz de escribir?

Detalles demasiados personales e identificativos, o textos de personas e ideas en las que no creo.

11.¿ Piensas que un blog es una especie de terapia?

Para mí sí. A veces sólo puedo hablar con mis textos. Cuando estoy triste me ayuda a canalizar mis emociones.


12.Una pregunta que te gustaría contesten tus lectores.

¿Cómo llegasteis aquí?