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The World of Pikifiore

De penas

Hoy no estoy para nada

Hoy no estoy para nada

Hoy escribo desde la aprensión, la ansiedad y el temor. Hoy escribo nerviosa y preocupada. Hoy tengo un día en que veo las cosas negras.

Estoy pasando por uno de los mejores momentos de los últimos años, tengo mariposas en el estómago, me siento querida y mimada, el verano se presenta soleado, y en el trabajo las cosas están estables. Y sin embargo, tengo miedo. Lo sé, soy tremendamente negativa, pero tengo miedo a la vida. Hace poco leí en el blog de Susana, lo mucho que valoramos la salud cuando la perdemos, y algo así me obsesiona continuamente. Sé que no puedo hacer nada por frenar el destino, pero a veces la cabeza se me llena de nubarrones. Desde hace unos días tengo pesadillas, me veo en sueños sufriendo, y a la mañana siguiente me noto rara. Me creo males donde no los hay, y me obsesiono con síntomas que creo padecer. Siento dolores por todos lados. Esto no es nuevo, siempre he sido muy hipocondriaca, pero hay veces que me supero. Hoy es uno de esos días, ciertamente no puedo seguir así. Esto no hay quien lo disfrute.

Creo que, en el fondo, me da miedo ser feliz.

La enfermedad del olvido

La enfermedad del olvido “ Pasan diez, veinte, treinta segundos y sigo mirándola, sin perder un detalle, recordando el momento que acabamos de compartir. Pero ella no me devuelve la mirada, y su lucha contra los enemigos invisibles me atormenta.Me siento en el borde de la cama, con la espalda dolorida y recojo el cuaderno llorando. Allie no se da cuenta. Lo comprendo, pues está fuera de sí.Un par de hojas caen al suelo y me agacho para recogerlas. Estoy cansado, así que permanezco sentado, lejos de mi esposa. Y cuando las enfermeras entran en la habitación, se encuentran con que deben consolar a dos personas: una mujer temblorosa, acechada por los demonios de su mente, y una viejo que la ama más que a su propia vida, llorando silenciosamente en un rincón, con la cara entre las manos.”(Nicholas Sparks, El cuaderno de Noah)  

Dicen que el primer beso no se olvida, dicen que con él, los recuerdos del primer amor, ese cosquilleo, esos nervios y las risitas que lo acompañan.

Dicen que el día de una boda, se graba a fuego en los recuerdos, la expresión de los seres queridos mientras los novios hacen promesas eternas, la ilusión de una vida que compartir.

Dicen que la llegada del primer hijo cambia la vida, que otro tipo de amor, un amor profundo, invade lo profundo del alma, que se convierte en guardiana de sus balbuceos, sus primeros pasos, su despertar, su crecimiento.

La búsqueda de un trabajo en tiempos donde no alcanzaba para alimentar a los suyos, la marcha de su hogar, de sus tierras para buscar un futuro con más posibilidades. Una nueva vida lejos de los suyos. Las alegrías, las penas, la salud, la enfermedad...Toda una vida.

Ella no recuerda nada de eso, su mente se dejó de funcionar, y le hizo una mala jugada: borró sus recuerdos, aniquiló sus vivencias. Le llenó de vacío.

Como vacía está su mirada cuando le hablo y le cuento cómo me va, aun sabiendo que no llegará a entenderlo y que no me preguntará por mis evoluciones, porque no sabe quién soy.

Mi abuela ha sido valiente, luchadora y decidida, ha sido divertida, bondadosa y terca. Ha sido humana. Pero ella no lo sabe. No sabe que un día no muy lejano reía con mi hermano y se enfadaba cariñosamente con mi abuelo porque nos daba chucherías a escondidas. No sabe que hace doce años le regalé una foto muy especial que siempre besaba antes de dormir. No sabe que nos ayudaba con las redacciones del colegio porque aunque ella no hubiera ido a la escuela “tenía mucho que decir”. No sabe que hoy es su cumpleaños, y no entiende porqué unos desconocidos le han comprado una tarta de fresa y le han cantado. No lo sabe, pero ha sonreído.

Y su mirada no me ha parecido tan vacía...     

Una vida ya sin tí...

Una vida ya sin tí...

Ayer, una parte de mí murió, y a partir de hoy, irá muriendo cada día un poco más. El peso por haber causado un dolor tan grande me perseguirá y me empañará cualquier sensación de felicidad que pueda tener. No puedo con los gritos de mi alma.

A lo largo de mi vida, he sufrido varios desgarros en el corazón, con el tiempo cicatrizados, excepto uno que sangra de vez en cuando, es por ello que mi capacidad de estar con alguien al cien por cien, se ve limitada. Pero nunca he sido yo la que destruyera una vida.

He roto los sueños de Pete, he cortado la cuerda que me sostenía, y mi mundo ha quedado reducido a cenizas desde que le miré y ví su angustia en los ojos.

Ha desaparecido su foto de mi monedero, al igual que todos nuestros planes.

He perdido al ángel, al amigo, al protector y a la persona que me quería con locura, he perdido sus risas. Con él lo he perdido todo, y casi hasta la razón…

Pero no había mariposas con él, y no puedo estar con alguien a quien no amo mientras deseo estar con otra persona. Por eso elegí este final. Sé que es lo que debía hacer, pero me encuentro terriblemente mal,como nunca antes.

¿Cómo sentirse cuando quieres tantísimo a alguien que quisieras vender tu alma para conseguir amarle?

Cuando amaine la lluvia

Cuando amaine la lluvia

Unos meses después, han vuelto las mariposas, revolotean en mi estómago y en mi mundo cuando parecía que se habían marchado para siempre. Quizá nunca se fueron, quizá se escondieron en algún tejado esperando otras primaveras. Son pocas, no puedo invitar a más, pero ¿y si van llegando sin ser llamadas?

Regresaron porque en un descuido cerré mal la ventana que les impedía el paso. Tras un tiempo esquivando caminos, hoy vuelvo a tener sacudidas. Cuando mi vida está más encaminada, y mi tranquilidad más asegurada, cuando disfruto un amor sano e incondicional, siento deseos de subir de nuevo al carrusel cuando me topo con su sonrisa, la misma que alejé de mi lado. ¡Qué poco oportunos son los momentos!

Pero al igual que los relámpagos son cuestión de pocos segundos, también sé que esta tormenta terminará en unos días, y todo volverá a ser estable.

Porque el trayecto de un carrusel es corto y siempre vuelve al punto de partida. Y hay caminos que sí conducen a un destino.

De haberlo sabido...

De haberlo sabido... El espejo le devolvió la patética imagen. Sus ojos estaban hinchados y por su cara se veían los surcos ya resecos del maquillaje que no se quitó. El blanco de sus ojos estaba rojizo y presentaba muestras evidentes de cansancio.

Eran los resultados de horas de llorar tumbada en la cama, tras haber cerrado la puerta de su casa por última vez, después de que él se hubiera marchado. Aún sentía su mano entre las suyas y su voz amable interrumpida por sollozos. Ahora siente el poso que deja un encuentro fugaz. Ahora siente el peso del pasado que nunca termina de irse.

El cielo le ha regalado un ángel, pero más que nunca ahora no olvida a su pequeño demonio.

“No sé restar tu mitad a mi corazón…” 

Se me escapa tu mirada

Se me escapa tu mirada En estos días en que mis miedos de nuevo amenazaban con superarme, había estado pensando mucho en el valor de la amistad, a modo de retrospectiva me había estado acordando de quienes en un momento dado estuvieron a mi lado y por circunstancias de la vida ya no están. Para mí, el significado de la amistad es sagrado, lo doy todo por las personas que más quiero, pero cuanto más das, más fuerte es luego la caída. Te comentaba todo esto la noche del jueves, cuando a las cuatro de la madrugada y agobiada porque no podía dormir recurrí a ti como me habías pedido. Resulta irónico ¿verdad? Yo hablándote de la amistad y tú escuchando, apoyándome. Ya entonces te noté raro.Al día siguiente me enteraba de que se estaba poniendo a prueba una de tus amistades más valiosas. No pude tomar partido. Pero ya lo has hecho tú por mí. Ya no tengo que luchar por hacer que no se rompa. Porque ya se ha roto. Tú lo has roto. Y me has arrastrado contigo. No sólo pierdes a Pete, me pierdes a mí con tu actitud.

Escribir este post me está costando. Con cada palabra que tecleo me cargo de un plumazo todo lo anterior que he escrito sobre ti. Te he dedicado textos enteros cuando sentí que te alejabas, pero aunque lejos, estabas. Te he colocado en el sitio preferencial de mi vida y te he dado mi mano mil veces.Nos hemos dado la mano mil veces.

Ahora me has decepcionado. Como no imaginé que lo hicieras. No lo imaginé aunque los dardos envenenados de ella se sucedieran desde hace meses.

Me cuentan que lloraste tras nuestra última conversación de ayer, que te dolía el corazón y que no querías hacerme daño. No lo dudo, sé que me quieres, lo sé porque me lo has demostrado todos estos años, pero las cosas no se resuelven así.

Te echo de menos tal y como eras y me cuesta perderte Marcos.

No quiero acabar las páginas de este libro, quiero que me ayudes a salvar lo que tenemos. 

 

Yo ya no puedo hacer más

Yo ya no puedo hacer más

Llevo unos días bastante malos, analizando las razones que me llevan a verlo todo gris y a buscar peligros en una vida aparentemente tranquila, noches de mal dormir y días de mal vivir. Pero ya me siento muy cansada, y quiero que mi cerebro deje de maquinar y buscar motivos. Me declaro en paro. Necesito desvincularme de algunas cosas, no hacer míos los problemas de la gente, no tratar de arreglar el mundo solo con mis manos.

Y cuando tomo esta decisión, al rato las cosas se complican. He dado la espalda a mi mundo estos días y al margen han ocurrido cosas. No quiero coger el móvil porque no quiero escuchar cómo dos de las personas más importantes de mi vida deciden tirar la toalla y no luchar por una amistad que se resquebraja, no quiero hacerlo porque me va a afectar y porque emocionalmente estoy en el centro de estas dos personas y sé que mi partidismo por uno u otro lado de la balanza puede desencadenar consecuencias que no deseo.

No quiero escuchar las razones de nadie, no quiero porque no me va a gustar lo que oigo. Y me va a doler profundamente.

Estos días necesito estar tranquila...pero no puedo darme la vuelta mientras lo que antes era un triángulo casi perfecto, pierde uno de sus lados.

Y lloro, pero esta vez no soy yo quien tiene en sus manos el poder arreglarlo.

Tormenta de arena

Tormenta de arena

Veo en sus ojos la desazón de un disgusto, la sombra de una preocupación y la tristeza, y le pregunto. Pero mis palabras chocan contra el muro que se va levantando entre nosotras. Impotente, no puedo hacer nada, porque no hablamos el mismo idioma, me siento en una torre de Babel continua, en una espiral de conversaciones inacabadas, en una fuerza que a la vez me acerca y me aleja de ella. Porque somos iguales, y a la vez estamos tan distantes...

Y ni Pete, ni la ilusión de unas vacaciones inmediatas, ni los ánimos de mi hermano, pueden ahora levantarme.

Y de nuevo por la noche, en medio del desierto, la arena me golpea mientras ciega mis ojos y va impidiéndome poco a poco respirar. Un sueño que vuelve. Un sueño que se repite siempre por la misma razón. No consigo comunicarme con mi madre, entrar en su mundo, entender sus razones.

Antes nos reíamos mucho juntas. Y yo busco el eco de nuestras carcajadas, pero ya hace tiempo que se perdió entre las montañas.

Capítulos finales

Capítulos finales Llegué tarde, varios minutos después de la hora señalada. Suelo ser puntual,  pero en esta ocasión me quedé deambulando por las tiendecitas del metro inquieta e indecisa. Iba a ver a Zak.En este caso no se trataba de encuentros casuales ni sorpresas inesperadas, esta vez, habíamos quedado. La primera vez después de que nuestros caminos se bifurcaran. La primera vez en más de un año. Y yo sólo trataba de ganar tiempo para que el temblor de mis piernas desapareciera.Como suponía, ya estaba allí, en una mesa al fondo del local, mirando a la gente pasar a través de los cristales empañados. No sé qué piernas me llevaron hasta allí, pero no fueron las mías.

Unos segundos de silencio hasta que pronuncié un saludo.

Aferrada a mi tercio como si fuera mi última posesión, dos horas pasaron volando, y el tiempo, imparable, marcó el fin del último acto. Hablamos con el cariño de dos personas que fueron una, pero con la distancia que abren las viejas heridas y las causas de nuestro adiós, y con la brecha que produce la separación.

Me acompañó hacia mi parada, aquel que se sabía de memoria tiempo atrás y que tomaba cada tarde para reunirse conmigo. Y en la dársena de mi autobús, una nueva despedida, fría, triste, descolorida.

Quizá si yo hubiera sido Katherine Hepburn, y él hubiera sido Cary Grant, nos hubiéramos mirado a los ojos y hubiéramos sentido que el mundo se paraba, quizá él hubiera empezado a explicarme porqué lo dejó todo en un pozo oscuro y yo hubiera llorado diciéndole que había sido lo más importante de mi vida y lo mucho que me había costado seguir mi camino sin él.

Quizá hubieran empezado a sonar los acordes de una canción melódica mientras nos cogíamos de la mano, nuestros ojos se encontraban y nuestros labios se unían, y después los títulos de crédito hubieran empezado a desfilar por la pantalla.

Pero yo no soy Katherine, y él no es Cary. Y mi historia no es una película, es una de tantas en las que no hay final comercial. Hay un final, y punto.

Y la vida continúa, como continuó hace un año. Sé que está cercano el momento en que él deje de ser el titular de mis lágrimas.

Pequeño mundo, importantes coincidencias

Pequeño mundo, importantes coincidencias

Agotada mentalmente es como me siento después de este fin de semana, que podría servir perfectamente para hacer el guión de una peli de terror y melodrama.

Si alguien hubiera tenido una cámara de video a mi alrededor hubiera grabado mi cara de desconcierto el sábado cuando me encontré en el mismo bar en barras separadas a las dos personas que más daño me hace ver: Zak en un lado y Toni en otro, con sus respectivos amigos y tomándose sus respectivas copas. ¿El mundo es tan pequeño que tenemos que coincidir estas tres personas? Vale que es el mismo pueblo, vale que hay pocos bares, vale que al ser fiestas hay más probabilidades de encontrarte con la gente…pero, ¡todo a la vez ¡. Parece que un duende travieso me guía a los sitios a los que no debo ir.

Bastante es que haya coincidido con uno en el trabajo, bastante es que el otro haya vuelto desde tan lejos y sea prácticamente vecino mío. ¿Así es cómo tengo que dar carpetazo? si a cada paso que doy van apareciendo como fantasmas…

Estoy muy cansada. Lo siento, hoy tampco es un buen día.

Asomaba a tus ojos una lágrima...

Asomaba a tus ojos una lágrima...

Han pasado siete meses desde que nos despedimos en la puerta de aquella cafetería. Cuando me diste la peor noticia que podías darme y cerraste de un portazo mis ilusiones de una vida contigo. Siete meses desde que recorrí bajo la lluvia el camino que me separaba de casa jurándome que no iba a girar la cabeza, que quería conservar otra imagen tuya que no fuera la de aquel chico que me miraba con melancolía desde lo lejos sabiendo el daño que me habían causado sus palabras aquella tarde.

Han pasado dos días, y la escena se ha repetido, pero esta vez era yo la que te veía alejarte con la cabeza baja mientras contemplaba cómo te marchabas, y tampoco tú te paraste a mirar atrás.

Desde aquella primera vez te esperé durante las horas siguientes, algo me decía que debía ser un error, una broma, una prueba y no regresaste. Te esperé durante días, y no llamaste. Pasó un mes, y te olvidaste dónde estaba mi casa, y te olvidaste de mis abrazos y de mis besos. Y yo te esperaba. Pasó el tiempo y dejé de esperarte, y poco a poco empecé a guardar tus fotos y a borrar tus mensajes, y cada vez que lo hacía me dolía un poquito el corazón pero me desprendía de mil pesos. Y me quedé con tu recuerdo limpio.

Y hace poco empecé a ver todo de nuevo con optimismo, y me encontré con alguien que quiere estar a mi lado, y que me espera.

Y entonces has vuelto, y has tirado de golpe todo lo que había edificado. No puedes aparecer de repente y pedirme perdón, es demasiado tarde. Tus lágrimas llegan en el peor momento. No puedes pedirme que lo deje todo y me vaya contigo, que podemos tener una segunda oportunidad.

No puedes pedirme todo eso porque lo haría…y te diría que sí con los ojos cerrados, pero no puedo. No ahora. ¿porqué ahora?

Negarme a todo eso ha la prueba más difícil con la que me he encontrado últimamente. Mi cabeza me dice que he hecho lo correcto, pero ¿porqué me duele tanto aquí dentro? 

Bifurcación

Bifurcación Soy consciente de que ahora ya o será lo mismo, y también soy consciente de que esto es lo mejor que podía pasar para seguir haciendo mi vida y que el pasado no me golpee en la cara cada vez que salgo a tomar un café.

Toni y yo ya no trabajamos juntos. Un puesto mejor en otro lugar han sido las causas de nuestra separación, esta vez laboral.

Cuando me lo contó, al igual que en estos meses, mis reacciones fueron contradictorias, con su marcha, las posibilidades de un acercamiento se reducen. Ambos sabemos que “fuera” la relación va a ser casual, que sólo cuando coincidamos por la calle o en el parque, o en algún bar volveremos a hablar, así que ahora todo está en manos de la casualidad. Casualidad que durante estos meses de verano es más que probable porque pasamos el verano cerca, pero que se reducirá con la llegada de septiembre.

Sin embargo, me siento bien, es como si me hubiera quitado un peso de encima. Ante mí ahora se abren otros caminos, y otras ilusiones y sólo dejando a Toni por el camino podré dejar de pensar en él, como ya lo había hecho antes.

Hoy sin embargo, me he detenido un momento en el umbral del que fue su despacho, ahora vacío y con unas cuantas cajas a medio montar en una esquina, y mientras lo recorría con la mirada, mentalmente ponía un punto y aparte a la melancolía. Y pronto, será un punto final.

Nueva desilusión

Nueva desilusión

Ha sido un fin de semana poco afortunado, desde el viernes a mediodía cuando ojeé el BOE y vi que las oposiciones que estaba esperando ya han salido. Lo que quiere decir que un año más me ha pillado el toro, y a lo que se añade que debería dedicar parte de mi verano a prepararlas, opción que, de momento, no entra en mis planes. Con esto, creo que mis aspiraciones a entrar en el cuerpo de funcionarios se aplazan de nuevo.

Por otra parte, la alergia me ha tenido congestionada durante dos días, y eso que durante el día apenas he salido de mi casa.

El viernes por la noche, de camino a casa, tras un aburridísimo concierto que me había dejado apelmazada, se me estropeó el coche y tuve que dejarlo aparcado en una calle y volver a mi casa en autobús, un nocturno que me hizo un recorrido turístico por un montón de urbanizaciones, sin ventilación y que me dejó bastante lejos de mi casa. A la mañana siguiente, no me acordaba dónde había dejado mi coche aparcado. Después de un buen rato lo encontré, y lo llevé al taller.

El sábado por la noche tenía un cumpleaños, pero primero debía ir a una cena en casa de mis tíos, así que cuando aparecí en el bar, mis amigos ya llevaban mucha fiesta encima. Y en buena hora aparecí, me tenía que haber quedado en casa, ya que llegué justo a tiempo de ver cómo Marcos besaba a la chica de la barbacoa. Intenté disimular mi chasco lo mejor que pude, pero desde siempre he sido muy llorona, así que eché unas cuantas lágrimas en el baño, me sequé la cara y salí con la mejor de las sonrisas.

El domingo, vino a casa a comer y estuvo con mi padre ayudandole a terminar un armario, ya que a los dos les encantan esas cosillas. A veces pienso que es como si fuera mi hermano mayor…

No me hizo preguntas sobre la noche anterior, y tampoco yo a él, y así el tema pasó de largo. Pero yo no sé hasta cuando podré mantener esa fachada de normalidad. 

Desbordada, el vaso se rompió

Desbordada, el vaso se rompió

He estado releyendo algunos de los posts que he ido escribiendo desde que comencé este proyecto, y la mayoría de ellos son de corte melancólico. Lo lamento. Comienzo a escribir algo y en seguida se tiñe de tristeza. Me gustaría escribir acerca de sentimientos más animados, pero no puedo escribir sobre algo que no tengo.

No está siendo un buen año, pero escribir aquí me ayuda a sacar todo lo que llevo dentro, y a dejar plasmado lo que siento en un momento determinado. A veces me levanto queriendo olvidarme de todo, otras veces disfruto de pequeñas cosas pero la alegría es pasajera. Me vuelco en ponerme a hacer cosas como una loca e intento pasar el menor tiempo posible en mi casa, como si eso me fuera a salvar del desastre, como si con ello desapareciera todo aquello que me agobia. Machaco a las personas que me rodean y vuelco sobre ellos mis ansiedades y temores, y pienso que el hilo algún día se romperá. Estoy tranquila y al momento lloro, estoy relajada y al momento neurótica. A veces no puedo dormir y doy vueltas en la cama, intentando mantener la mente en blanco. Y a la mañana siguiente vuelven las náuseas y el malestar. Las decepciones vienen una tras otra y en poco espacio de separación, y cuando todo vuelve a enderezarse, al poco todo vuelve a caer.

Desde el mes de septiembre ya casi nada es rosa para mí. Me pierdo en un mar de historias, en un montón de conversaciones a medias, en palabras que se perdieron y en cosas que no se han terminado de aclarar. Me confundo, y confundo a los que me rodean. Y quiero descansar.

Sabía que todo eso tenía que salir por algún lado, y finalmente el sábado exploté, y me derrumbé.

Me he portado mal con la persona que más quiero y la que más cerca ha estado de mí, le he dicho cosas que no debí decir, porque no se puede pedir algo a alguien sin saber una misma que es lo que espera de esa persona.

Porque ni yo misma sé quien soy, ni sé lo que quiero.

Una sola cosa sí se, que necesito estabilidad.

Aunque seas mi amigo...

Aunque seas mi amigo...

No me pidas que sonría después de lo que sé

No me pidas que no llore después de lo que me has contado

No me pidas que te cuente qué me ocurre

No pretendas que pueda consolarte a ti.

No me pidas que siga siendo tu hombro para llorar,

Porque ver tus lágrimas hace que yo no pueda contener mi llanto

Porque tus alegrías minimizan mi fuerza

Y los secretos que compartes conmigo me rompen por dentro.

No me pidas que te escuche porque no puedo fingir indiferencia.

No me pidas una sonrisa porque no puedo dártela

Porque mientras intento que tú estés bien yo me voy sintiendo cada vez más pequeña.

Porque una confesión tuya es una patada que me das en el corazón.

No me pidas que te abrace una vez más, porque no podría despegarme de ti.

 

Llueve

Llueve

Llueve hoy en Madrid, y también llueve dentro de mí.

Observo cómo el cristal va poco a poco empañándose y las gotas se funden las unas con las otras para deslizarse poco a poco y acabar desapareciendo junto al marco de la ventana.

Escucho el ruido que produce cuando golpea contra el tejado.

Y espero a que deje de llover para pisar el suelo mojado y caminar lentamente hacia mi casa.

Llovía el día que te conocí y bajo el agua que caía a cántaros nos miramos por primera vez.

Llovía el día que te marchaste y nos despedimos en la estación, y de igual modo llovía cuando te ví volver y me prometiste quedarte.

No me gusta la lluvia porque me recuerda a ti.

Hoy llueve, hoy me acuerdo de ti.

Pero adoro el olor a tierra mojada cuando cesa, el silencio que se escucha pasada la tormenta y el aire fresco que se nota en la cara tras un buen chaparrón. Y eso mismo ocurre dentro de mí, que sé que esta tristeza pasará y un chorro de aire fresco entrará en mí.

Es cuestión de tiempo.

 

 

Debí haberlo imaginado

Debí haberlo imaginado

Escribo desde la rabia que me da el no darme cuenta nunca que la gente no cambia tan fácilmente. Escribo rápidamente una palabra tras otra para no ponerme a gritar por seguir siendo tan ingenua. Escribo porque sé que me tranquiliza.

Ayer, tras una semana encontrándome con Toni por los pasillos y sin decirnos nada más que unas cuantas palabras de rigor, me decidí a proponerle que hoy desayunáramos juntos para ponernos al día. Para mi sorpresa, accedió encantado, pues afirmó que tenía muchas ganas y que teniamos mucho de qué hablar. Un simple “sí” me hizo pensar que al menos podiamos ser amigos.

Pero mis amigas no opinan igual, piensan que no podemos ser amigos. “Ël no va a ir a tomar café”, me dijo Marcos anoche, que desde que le conté que había vuelto a toparme con él anda previniéndome de que tenga cuidado.

 

Una vez más, tengo que darle la razón. Toni no ha venido. Como siempre, ni un mensaje ni una llamada para avisar, simplemente, no dar la cara. Como ya hizo una y mil veces. Como ya lo había olvidado.

 

¿Protección o celos?

¿Protección o celos?

El día que Marcos y yo nos conocimos en un aparcamiento conectamos desde el primer momento, y desde entonces se ha convertido en un pilar fundamental en mi vida. Es mi mejor amigo, el que me escucha y sabe sacarme la sonrisa cuando más lo necesito.

Aquel día mis amigas y yo habíamos tenido un percance con el coche, y el motor no arrancaba. Por suerte un grupo de chicos nos vio apuradas y se ofreció a ayudarnos con el jaleo de llamar a la grúa y llevarnos a casa. Se trataba de Marcos y sus amigos.

Marcos tiene una sonrisa contagiosa, y un humor extraordinario, y sus ojos reflejan su estado a la perfección. Sé cuando está triste, agobiado o eufórico, cuando está cansado o cuando no le gusta la situación.

Nos hemos ayudado en momentos de bajón y nos hemos divertido, y nunca nos hemos sentido atraídos el uno por el otro.

Siempre he sido de las que piensan que es posible una amistad entre un chico y una chica, que no tiene porqué acabar en enamoramiento de una de las dos partes, pero ya no estoy tan segura...

Últimamente le he acaparado mucho, he recurrido mucho a él como él lo hacía a mí, pero tiene que vivir su propia vida al margen de que yo ahora esté estancada.

Marcos ha conocido a una chica, tras superar algunos desengaños, ahora parece remontar un poco y le dedica mucho tiempo. Y yo, al tiempo que me alegro por él, no puedo dejar de mostrarme recelosa con ella, y desconfiada. Quizá piense que no es todo lo buena que él necesita, o que me muestro demasiado protectora, ¿o quizá es algo más? Sé que últimamente miro a Marcos con otros ojos, pero eso es porque me siento vulnerable y sensible...¿no?

 

Engaño

Engaño

Engaño es ocultar.

Engaño es coger impulso para saltar y darte cuenta de que no es el suficiente. Engaño es reir con ganas y que luego desaparezca la sonrisa. Engaño es pronunciar palabras y dejar que el viento se las lleve.

Engaño es ver un cielo que no existe Engaño es querer que alguien camine contigo pero terminar andando solo. Zak no me engañó...simplemente no me dejó ver la verdad.

Pero hizo que todo pareciera real y por eso le doy las gracias

Adiós

Adiós Cómo decir que me parte en mil las esquinitas de mis huesos,
que han caído los esquemas de mi vida ahora que todo era perfecto.
 Y algo más que eso, me sorbiste el seso y me desciende el peso de este cuerpecito mío que se ha convertío en río, de este cuerpecito mío que se ha convertío en río.

Me cuesta abrir los ojos y lo hago poco a poco, no sea que aún te encuentre cerca. Me guardo tu recuerdo como el mejor secreto, que dulce fue tenerte dentro.

Hay un trozo de luz en esta oscuridad para prestarme calma. El tiempo todo calma, la tempestad y la calma, el tiempo todo calma, la tempestad y la calma.

Siempre me quedará la voz suave del mar,
volver a respirar la lluvia que caerá sobre este cuerpo y mojará la flor que crece en mi,

 y volver a reír y cada día un instante volver a pensar en ti. En la voz suave del mar, en volver a respirar la lluvia que caerá sobre este cuerpo y mojará la flor que crece en mi, y volver a reír y cada día un instante volver a pensar en ti.

No tengo muchas más cosas que añadir, Bebe se ha encargado de decirlo todo por mí...
Tenía dos post preparados para hoy, el que eligiera dependía de la conversación definitiva que esperaba.

Deseaba con todas mis fuerzas haber tenido que colgar el otro...