Capítulos finales
Llegué tarde, varios minutos después de la hora señalada. Suelo ser puntual, pero en esta ocasión me quedé deambulando por las tiendecitas del metro inquieta e indecisa. Iba a ver a Zak.En este caso no se trataba de encuentros casuales ni sorpresas inesperadas, esta vez, habíamos quedado. La primera vez después de que nuestros caminos se bifurcaran. La primera vez en más de un año. Y yo sólo trataba de ganar tiempo para que el temblor de mis piernas desapareciera.Como suponía, ya estaba allí, en una mesa al fondo del local, mirando a la gente pasar a través de los cristales empañados. No sé qué piernas me llevaron hasta allí, pero no fueron las mías. Unos segundos de silencio hasta que pronuncié un saludo.
Aferrada a mi tercio como si fuera mi última posesión, dos horas pasaron volando, y el tiempo, imparable, marcó el fin del último acto. Hablamos con el cariño de dos personas que fueron una, pero con la distancia que abren las viejas heridas y las causas de nuestro adiós, y con la brecha que produce la separación.
Me acompañó hacia mi parada, aquel que se sabía de memoria tiempo atrás y que tomaba cada tarde para reunirse conmigo. Y en la dársena de mi autobús, una nueva despedida, fría, triste, descolorida.
Quizá si yo hubiera sido Katherine Hepburn, y él hubiera sido Cary Grant, nos hubiéramos mirado a los ojos y hubiéramos sentido que el mundo se paraba, quizá él hubiera empezado a explicarme porqué lo dejó todo en un pozo oscuro y yo hubiera llorado diciéndole que había sido lo más importante de mi vida y lo mucho que me había costado seguir mi camino sin él.
Quizá hubieran empezado a sonar los acordes de una canción melódica mientras nos cogíamos de la mano, nuestros ojos se encontraban y nuestros labios se unían, y después los títulos de crédito hubieran empezado a desfilar por la pantalla.Pero yo no soy Katherine, y él no es Cary. Y mi historia no es una película, es una de tantas en las que no hay final comercial. Hay un final, y punto.
Y la vida continúa, como continuó hace un año. Sé que está cercano el momento en que él deje de ser el titular de mis lágrimas.
9 comentarios
Elena -
ELRAYAn -
En la receptividad a las cosas nuevas está la clave de todo, es lo que a mi me ha ayudado. Hoy nadie es titular de mis lágrimas porque no hay lágrimas. Abrazos
estrella fugaz -
Un beso y feliz año
PIJOMAD -
Maktub -
Un besazo! Enorme.
Dianuka -
Un besote nena
Susana -
Feliz año
Etiam -
Un beshito
Alba -
El post te ha quedado bonito, pero triste, está claro, no es una historia y punto es tu historia, las lágrimas un día dejan de tener nombre, UN nombre. Es una ley universal o algo así.
La felicidad está para bailar con ella así que no dejes pasar la canción
Un beso niña guapa guapa!
Pd.- Que te traigan muchas cosas los Reyes :D