La noche de la ilusión
Desde siempre, la víspera del día de Reyes me ha parecido un día especial, ultimando los preparativos y haciendo las últimas compras, bastante apuradas ya.
Recuerdo la sensación de irme a la cama esa noche antes de lo habitual y muy nerviosa por si hacía algún ruido y asustaba a los camellos, y entonces decidían no aparecer por mi casa. Mi padre nos pedía que le llamáramos si queríamos ir al baño, pero mi hermano y yo nunca nos atrevimos a movernos de la cama. Cuando amanecía, mis padres nos despertaban para que fueramos todo juntos al salón y abrir los regalos.
Ya no hay niños en la familia, pero a pesar de ello, seguimos viviendo estos días como cuando lo éramos, y mis padres mantienen la tradición incluso colocando sus zapatos y los de los demás en el salón.
También seguimos bajando a la cabalgata, me encanta ver a todos los niños tirando de sus padres para colocarse lo más cerca posible y recoger tantos caramelos como quepan en sus manitas. Me gusta ver las caras de los padres cuando miran a sus hijos. Me emocionan aún las luces de las carrozas y los trajes de los pajes, los malabaristas y los camellos, los globos, las luces...Me parece una noche que alimenta la magia.
Aún sigo siendo una niña.
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