Una casa en la penumbra
Siempre llevo en el bolso un montón de llaves, entre ellas las enormes llaves de la casa de mis abuelos, que viven en la capital, aunque rara es la vez que las utilizo, mi madre me dio un juego hace tiempo para casos de emergencia. Pues bien, ayer fue uno de esos casos. No suelo recurrir a esta opción a no ser que no haya más remedio, y generalmente cuando lo hago suelo avisar de que voy a ir, pero ayer no avisé.
Eran las dos de la madrugada cuando entraba en el portal de esa casa que me impone tanto. Se trata de una de esas enormes casas del centro, restaurada en parte pero tremendamente antigua, y con multitud de rincones y recovecos oscuros. Y el portal es uno de esos lugares oscuros.
¿Por qué estará el ascensor tan lejos de la puerta?Y una vez en el ascensor, pienso si no hubiera sido mejor subir por las escaleras...A esas horas, y en un edificio habitado en su mayoría por personas mayores, el ruido del ascensor al subir resulta un estruendo.
Al entrar en el piso no puedo expresar lo que sentí.Una paz y una sensación de seguridad que hacía tiempo no sentía ni en mi propia casa. Puesto que no me esperaban todo estaba dormido, y la quietud del ambiente en otras ocasiones me hubiera resultado agobiante, pero no así ayer.
Rendijas de luz se colaban en el enorme pasillo y le daban un toque mágico.
Mis abuelos son muy religiosos, y como muchas personas mayores, tienen la caza llena de imágenes de santos en hornacinas y de estampitas, a veces resulta inquietante pensar en todos esos ojos que te miran, en serio. Recuerdo que de pequeña, los niños de la familia competíamos para ver quién encontraba más estampitas por la casa. Estaban por todas partes...con el tiempo cada vez hay menos.
Y ayer, por primera vez no me sentí agobiada por las presencias de los santos silenciosos, ni por los crujidos de la madera, ni por la humedad del cuarto de invitados, ni por el tictac del enorme reloj que reina en la noche.
Ayer, por fín, dormí tranquila y pensé, que a pesar de todo, todo pasa.
Lo necesitaba
1 comentario
kamala -
No sé si será por la seguridad de lo conocido o por la tranquilidad que desprenden las casas de los abuelos, pero entiendo cómo te sentiste.
Me gusta cómo redactas, gracias por descubrirme y darme el regalo de tu página.
Un beso (pudiera mandarte la canción que estoy escuchando ahora mismo es típica para los momentos por los que estás pasando. Lo haré en cuanto pueda).