La vida es una rueda

Una vez te alejaste de mí.
Y el inconfundible clic del aquel teléfono fijo en casa de mis padres cerró una era. Pasé muchas noches frente a aquel auricular, mirándolo sin pestañear, con el cojín en el regazo adormilada esperando tu llamada otra vez.
Antes de aquello, habíamos protagonizado largas conversaciones de madrugada, en esos días entre semana en los que mis padres se acostaban pronto, y yo te ponía al día de mis idas y venidas, de mis vueltas y revueltas.
Esos eran mis días favoritos, lejos del ajetreo de los viernes y sábados, con la intimidad que proporciona un lunes o un martes a medianoche.
Secretos a media voz. Con sabor a café o a ron miel.
Después, en la era del silencio, aprendí vivir sin escuchar tu voz regularmente, a reírme sola y guardarme mis comentarios para las páginas de mi diario, quizá para las páginas de este blog. Me acostumbré a no tener ironías y a pinceladas grises. A no compartir secretos, y a acostarme pronto. Y lo cierto es que me adapté. Y pasé página.
Y entonces, cuando menos lo esperaba. Volvió a sonar el teléfono. Pero yo ya no estaba allí para cogerlo. Me había ido a otra casa. Con mi cojín, mis chupitos de ron miel, mi café y mis secretos.
4 comentarios
simplementeyo -
Sara -
Yo sy del pasado pero vuelvo en el presente! ;)
Qué tal? Cómo vas? cuánto tiempo, no?
a ver si retomo y me pongo un poco al día que te tengo muy abandonada.
Y... estoy de acuerdo con acoolgirl.
Susana -
acoolgirl -
Los recuerdos y buenos momentos que se queden donde están... ahora es el momento de crear nuevos.
Un besitooo