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Cae la nieve sobre Madrid

Cae la nieve sobre Madrid

El sábado pasé la mañana en un examen, con un montón de personas más. La mañana se presentaba amenazadora y gris y sobretodo muy fria, y nosotros, pobres opositores congelados, esperando que dijeran nuestro nombre en plena calle. Después, más de lo mismo, tests, nervios, dudas...

Durante todo el día no paró de llover, y aunque no parecía que fuera a mejorar, se mantuvo programada la cena de esa noche, a la que asistí con más desidia que otra cosa.

Las conversaciones sobre sus pisos y las muestras de cariño continuas entre las parejitas asistentes fueron la tónica habitual , así que me puse a jugar con las servilletas. Me llevo muy bien con ellos, pero creo que ya no cuadro allí. Se trata de gente con la que salía hace tiempo y a quien tengo mucho cariño, pero no me apetece acudir a cenas en las que yo soy la única que no tiene pareja y que no tiene una vida ordenada y no aguanto que me digan: “Fiore, a ver cuando sientas la cabeza”. Me sentía como Bridget Jones acudiendo a una cena en casa de sus amigos, “los petulantes casados”.

Al terminar la cena, todos se fueron a casa y yo que tenía ganas de tomar una cerveza llamé a mis amigos. Estaban en una fiesta de Carnaval,vaya por Dios...

Me acerqué un rato, pero ese rato se convirtió en horas y al salir, un manto de nieve cubría las calles. Todo estaba blanco y seguía nevando. Y no había indicios de que parara. Al llegar al intercambiador de autobuses me enteré de que debido al mal estado de las carreteras habían suspendido el servicio, por lo que me era matemáticamente imposible volver a casa.

Si no fuera por mi ángel guardián ahora mismo seguiría al borde de la congelación esperando que pasara el temporal. Marcos me ofreció cobijo en su casa y me vino a buscar cuando ya tenía los pies calados.

Mientras me abrazaba para que entrara en calor, pensé que así iba a estar bien, que podrá haber otras chicas en su vida, pero mientras él siga estando ahí, todo estará bien.

Paseamos por la nieve hasta su casa, hacía tanto que no veía nevar en Madrid...

Al día siguiente me levanté muy animada. Había dormido sonriendo toda la noche.

 

4 comentarios

Cora -

Me uno a las que se sienten agobiadas con las cenas de parejitas. Lo peor es que la mayoría de las amigas emparejadas que tengo en mi ciudad son de las que ni se plantean salir una noche sin su novio al lado...No, rectifico: lo peor es cuando pretenden hacer de celestinas y endosarte a un amigo del susodicho para salvarte de tu triste vida de soltera.
Pero bueno, mientras tengas a alguien que te dé un abrazo y te alegre la noche, todo va bien :)

monocamy -

jejeje... vaya si cayó nieve eh? nieve ardiendo!!!! ;)

Qué mala suerte tengo. En los once años que viví en Madrid apenas nevó. El único año que cayó una nevada gorda (hace un par de inviernos) coincidió que pasé las navidades en México, así que me lo perdí. Y justo me voy de Madrid a Vigo... y al invierno siguiente, peaso de nevada, otra vez. NOOOOOOOO!!

:O

Te mando varios e irrepetibles copos de besos.

:D

kamala -

La verdad es que es un asquito sentirte así con respecto a tus amigos que tienen pareja. Este es un tema que me gustaría sacar en mi blog. A mi no me hace gracia quedar en plan parejitas y yo ir sola, así que procuro llamar a alguna amiga que también esté sola para así no ir yo así.

Pero a veces quedamos solas sin los chicos. Cuando hablamos de amor o de las parejas en general (tema que sale siempre) cuentan cosas que sinceramente, no echo de menos. Esa otra cara de la moneda, y me digo a mi misma que para estar pasando lo que están pasando ellas, prefiero no tener novio.

En cuanto a lo de Marcos... no sé, está genial que puedas contar con él así, de esa manera. Y me alegro de que tengas a alguien así en tu vida, pero... yo no descartaría que no haya nada entre vosotros, ¿eh? quién sabe...

Un besín Pikifiore.

Anawin -

No hay nada como el calor de un abrazo. Besos.